Alimentación y salud

La comida forma parte de nuestro cuerpo, es con lo que lo construimos al crecer en la renovación celular diaria, alimenta nuestras funciones vitales, nuestros músculos, tendones, huesos, piel y neuronas.

Todos comemos varias veces al día, a veces por placer, aburrimiento, para quitar el hambre sin más, alimentarnos, curarnos o reponernos de una enfermedad. Junto con la higiene puede que sea una de las actividades que más han mejorado en cuanto a su diversidad en los últimos 100 años, sin embargo, sabemos más o menos porqué nos lavamos y mantenemos limpia o cuidamos la conservación de la comida y los utensilios de cocina pero no sabemos cómo se come correctamente.

La relación entre nutrientes ideal es aproximadamente un 20 % de grasa, 20 % de proteínas y 60 % de hidratos de carbono.
En grandes rasgos vamos a crear tres grupos:
- Hidratos de carbono: pueden ser sencillos como la glucosa o complejos, como los que están en los cereales, pan, arroz, patatas, frutos secos o legumbres. Son el combustible que usa el cuerpo para vivir, de lo que se alimentan las células y en especial las neuronas (células nerviosas) del cerebro y médula espinal, las células musculares y todas las demás. Se almacenan como glucógeno en el hígado y los músculos, hasta unos 100 gramos respectivamente.
- Proteínas: construyen las células, les dan forma, entre ellas están las vitaminas, que ayudan a que las células puedan asimilar los hidratos de carbono de los que se alimentan y los aminoácidos que las forman.
- Grasas: son parte de la membrana celular, como el colesterol, protegen los órganos internos de roces o golpes y son la manera en la que se almacenan los hidratos de carbono cuando los depósitos de glucógeno están llenos. Por último pero a parte por utilizarse en una cantidad muy inferior estarían los oligoelementos, llamados minerales, que son átomos metálicos que forman parte de ciertas proteínas y vitaminas en muy baja proporción pero indispensables, así como los interruptores son una proporción mínima de un edificio pero necesarios para su correcto funcionamiento, estos son el potasio o el sodio en las neuronas, el hierro en la hemoglobina de los glóbulos rojos donde se fija el oxígeno que respiramos, el calcio que se fija en los huesos, el selenio, el cobalto, el cinc y otros. Algunos metales llamados pesados como el mercurio o el plomo son muy parecidos químicamente a otros como sucede entre el calcio y el plomo, o el arsénico y el hierro, ocupando su lugar en la fabricación de nuevas proteínas y causando intoxicaciones.




Los alimentos básicos y perfectos son los que se componen de todos los nutrientes por ser principios vitales como las semillas (legumbres, arroz, maíz, trigo, cebada), la leche y los huevos. Contienen carbohidratos, proteínas y grasas en las proporciones adecuadas para el organismo y tienen fibra suficiente para evitar la acumulación de ciertas toxinas causadas en el proceso digestivo. A estos hay que añadir fruta, verduras, pescado y carne.
Los productos frescos aportan vitaminas, proteínas de calidad, antioxidantes y agentes bloqueadores del cáncer, así la piel se conserva mejor, el pelo tiene más brillo, la digestión es más fácil y las condiciones internas del organismo están equilibradas.
Al procesar los alimentos se pierden vitaminas y fibra y se les añade azúcares en forma de glucosa que si no es consumido en poco tiempo por las células se transformará en grasa, igualmente tienen conservantes, espesantes, colorantes o aromatizantes para potenciar su venta, una conservación más larga y un mejor aspecto visual, pero algunas de estas sustancias no son naturales sino sintéticas.
Los refrescos azucarados, contienen ingentes cantidades de glucosa para mejorar su sabor, a cambio, manchan los dientes, acidifican el organismo desequilibrándolo, descalcifican los huesos y la dentadura y favorecen la aparición de diabetes y obesidad.
El exceso de carnes y en general de proteínas hace trabajar más a los riñones y pueden provocar un cáncer o una disfunción renal con el paso de los años, además de gota y problemas de circulación sanguínea, son escasos en fibra.
Los alimentos fritos con mucho aceite, rebozados o empanados, especialmente cuando se cocina a temperaturas elevadas añaden más grasas a la comida procedentes del aceite con el que se fríen y también más calorías que pasan a formar parte de los depósitos del cuerpo y por motivo de las altas temperaturas o reutilización del aceite quemado se forman compuestos cancerígenos en pequeñas cantidades pero que por proceder precisamente de aceites los vamos acumulando disueltos en la grasa corporal. Esto último ocurre también en las barbacoas de carbón o gas.


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El consumo de alcohol más allá del vaso de vino o cerveza con las comidas y combinado con una alimentación rica en grasas provoca que estas se almacenen con más facilidad, lo que da lugar a la barriga cervecera.
En resumen, la alimentación ideal se encuentra consumiendo frutas y vegetales variados y frescos, de temporada, procedentes de zonas cercanas al domicilio, que están en su punto de maduración, pescados, carnes y mariscos sin abusar, lácteos y derivados. Comiendo sin saciarse del todo y realizando cinco comidas diarias: desayuno, comida a media mañana, comida, merienda y cena, esta última suave y digestiva, evitando dulces, bollería industrial, alimentos procesados como salchichas cocidas o galletas, rebozados o empanados gruesos de fábrica como anillas de calamar o barritas de pescado.
Hay muchísimos más detalles que añadir a cada párrafo de este texto que espero vaya haciendo con el tiempo, sobre algunos se necesitarían unos mínimos conocimientos de bioquímica para entenderlos o explicarlos con claridad, por eso he tratado de ahorrarlos y ser lo más preciso posible.

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