La máxima aspiración de cualquier persona es poder ganar dinero con su actividad
favorita, en nuestro caso el deporte.
Por supuesto un deportista profesional nunca dirá que corre
por dinero sino porque le gusta, sin embargo si dejara de percibir alguna
ganancia económica por este motivo, su nivel deportivo bajaría rápidamente
porque tendría que destinar más recursos a poder comer por otras vías, para
conseguir que los deportistas pudieran hacer de su afición profesión, surgió a
mediados del siglo XX el profesionalismo deportivo sujeto a dos medidas
fundamentales de financiación para el deportista ligadas siempre a sus
resultados que detallo a continuación.
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- Las becas: autonómicas o
nacionales suelen tener un año de duración y se otorgan a deportistas que hayan
acreditado una marca en su especialidad o un puesto en una competición o
campeonato. Las hay desde unos cientos de euros para material a varios miles
para vivir “cómodamente” destinadas especialmente a gente joven que está
estudiando. Por ejemplo el conocido plan ADO (Ayuda al Deporte Olímpico) es una
beca de 4 años especial para cubrir las necesidades de la persona que tiene
posibilidades demostradas de poder competir en los próximos Juegos
Olímpicos.
- Los premios en metálico:
probablemente son la mayor ganancia de quienes llevan ya unos cuantos años en la
primera fila y como indica su nombre es dinero ganado de forma directa tras
lograr una marca o un puesto destacado. En competiciones federadas, Campeonato
de España, Europa o del Mundo un record del mismo o un primer puesto es igual a
unos cuantas decenas de miles de euros algo que realmente merece la pena
conseguir y al alcance de muy pocos. En pruebas “populares” los premios para los
tres primeros puestos dependen de la cantidad que el organizador desee o pueda
destinar para ellos que suele variar desde unos cientos a varios miles de euros.
La distancia y el tiempo por ejemplo en carreras no está en relación con los
premios, más bien depende de la fama e importancia de la competición en su
ámbito, así ganar un maratón en Bilbao no saca de pobre a nadie aunque se lleve
un buen pellizco pero ganarlo en Nueva York o Rotterdan podría darle para vivir
un año, además de ser válido para obtener una beca.
Otras formas son el ejercer como liebre en distintas
competiciones, sparring…: estos son los fijos de salida, cantidades pactadas con
el organizador de la prueba que se obtienen solo con participar con el fin de
elevar la categoría y mejorar el cartel de la misma, no hace falta decir que
quien cobre y después no dé al menos una imagen de esfuerzo no será llamado al
año siguiente ni en otras pruebas del mismo organizador, por lo tanto, aunque
las cantidades en este caso son bajas en algunas competiciones suelen igualar a
las que ganaría el primer puesto.
La liebre es una persona pagada por un deportista interesado
para que le marque un ritmo de carrera acordado, por lo tanto su deber es
“lanzar la carrera” pero de manera correcta, si va despacio su contratista le
ganará y no servirá de nada y si va muy deprisa se adelantará mucho y su pagador
perderá la referencia del ritmo, por lo tanto debe llevarlo justo como sea
necesario.
En los últimos años se está haciendo bastante por la
igualdad en los premios en metálico entre hombres y mujeres ya que el esfuerzo
que hacen ambos es considerable para obtener los primeros puestos, hasta hace
poco y todavía hoy en algunas carreras populares la primera mujer gana la mitad
que el primer hombre. Pero el motivo de esto a parte de la ignorancia de que los
tiempos inferiores femeninos no se deben a un peor entrenamiento sino a
características puramente físicas es también la baja participación de las
mujeres en las competiciones de aficionados. Por ejemplo si observamos la lista
de llegados en cualquier carrera los 5 primeros hombres cruzarán la meta en los
primeros 5 minutos, pero las 5 primeras mujeres podrían cruzarla en 20, cuando
la mitad del total de participantes hayan finalizado.
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