Maratón de Langreo 2013, así lo viví.


Los  cinco fallos más graves que debe evitar cualquier organizador de maratones, sin mencionar los premios en metálico.

Muchos me habéis preguntado a qué se deben mis quejas sobre el maratón de Langreo de hace 2 semanas y si mi entrenamiento no era tan efectivo como creía, bueno, respondiendo a lo segundo a parte de estar 3 meses mejorando la velocidad y en concreto las últimas 6 semanas haciendo en torno a 110 kilómetros cada una, entre esos hubo también 2 días semanales de tiradas de 25 a 30 kilómetros, uno a ritmo de competición (4´ 11”- 4´ 15” / km) y el otro un poco más despacio, por eso y dado que sólo estuve cansado 2 días después de la prueba creo que mi preparación era la adecuada, al menos como para haberlo hecho mejor.
La otra cuestión es sobre cómo pudo influir la organización en el resultado final, y me refiero a esto porque aunque el tiempo fuera malo no es incapacitante para el ritmo que debía llevar.
Empezaré por comentar desde antes del comienzo de la carrera.



Si podéis recordar el tiempo atmosférico del día 28 de abril, os vendrá a la cabeza la vez anterior que nevó esta primavera a excepción del fin de semana presente. Llegué a las 8 de la mañana a Langreo cayendo agua nieve a 1º C, me dirigí al centro de recogida de dorsales con la mochila para cambiarme por allí cerca, donde hubiera taquillas o una carpa bajo la que dejar mi ropa a resguardo del agua. PRIMER FALLO, no existía tal carpa ni vestuarios o al menos no estaban ni bien señalizados ni cerca de la salida-meta.
 Comenzó la competición a las 9 en punto para los participantes en silla de ruedas, valientes con el resultado que sea porque su preparación es mucho más difícil que para el resto, y 5 minutos más tarde para los que corríamos.
 He de mencionar que no había baños a menos de 500 metros de la salida, puedo tomarlo como otro fallo pero por desgracia es a menudo habitual en otras competiciones y una señal de que en estas pruebas la mayoría sigue siendo masculina.
La competición transcurrió dentro de mis expectativas, un poco más lenta, a 4´20” / km y con la inestimable compañía de dos atletas que mantenían igual ritmo al mío, por suerte uno de ellos era del club OCHOBRE, organizador de la prueba, y pudo avisar a quienes le precedían que un voluntario indicaba mal un desvío, SEGUNDO FALLO, y que ya habíamos hecho unos 700 metros de más ¡a escasos 3 km de empezar!, de todos modos quiero agradecer el trabajo de todos los auxiliares, la policía local y la guardia civil que se mantuvieron en su puesto a pesar de la mañana tan mala que teníamos.
Hacia el kilómetro 5-6, no lo recuerdo bien porque no estaba atento a eso, dieron el primer avituallamiento, un botellín de agua, que no cogí porque iba muy fresco  y no es para menos con la caladura que tenía encima. Otros tantos kilómetros más adelante fue el segundo avituallamiento, otro botellín de agua, fría como el demonio o como la que caía del cielo en ese momento. Sinceramente, pensé que habían tenido las cajas con los botellines toda la noche a la intemperie.


Fue transcurriendo el maratón rápido, el circuito es precioso, al lado del río y por la cuenca minera con sus vagonetas, vías, trenes y demás infraestructura, quedé sorprendido de todo esto ya que no lo conocía mucho y aconsejo a cualquiera que lo vea porque el recorrido es muy llano, fresco, variado y muy bonito, sin dudarlo me gustó mucho y es su mayor punto a favor.
Estaba ya en el kilómetro 22 o 25 y me disponía a coger el avituallamiento de turno con la idea de comer algún gel de carbohidratos y sales minerales o fruta cortada, pero mi sorpresa fue mayúscula hasta tornarse en una seria preocupación por mi salud cuando vi lo único que había en la mesa y el TERCER FALLO, ¿adivináis?,  en efecto, más botellines de agua. Alguno puede decir que bien podía haber cogido 2 botellines pero es que la falta de sales es un riesgo de muerte real en las pruebas de maratón, es la conocida hiponatremia y sucede cuando en una carrera tan larga sólo se bebe agua y entonces no se reponen las sales perdidas con el sudor, suceden calambres musculares de todo tipo, a nivel esquelético, estomacal y donde radica el problema de verdad, cardiaco. No quiero ni pensar que habría ocurrido si la temperatura hubiera sido mayor a 14º C, teniendo en cuenta que más de la mitad de los participantes hicieron un tiempo superior a las 4 horas (por algo será).
Incluso pregunté si iban a dar algo más que agua en el siguiente avituallamiento y me dijeron que no había más. En ese momento ya lo dí todo por perdido, porque yo sabía que hasta las dos horas de carrera aguantaba pero después iba a necesitar reponer sales y azúcares y no los tenía. Llevaba corriendo 2 horas y 25 minutos, iba para terminar en 3 horas 2 minutos… y sucedió el bajón, en un principio lo achaqué a mi cabeza pero con el tiempo me di cuenta de que las piernas estaban bloqueadas y aunque podía mantener una regularidad de zancada, los tiempos por kilómetro estaban ya en torno a los 5 - 6 minutos.
El CUARTO FALLO sucede entre el kilómetro 33 y la meta y consiste en la ausencia de avituallamientos, solo se me ocurrió pensar que se les había acabado el agua.
Que decir que me fueron adelantando otros participantes, en concreto 7, y eso me animó a seguir el ritmo de alguno y llegar un poco mejor hasta la meta. El último kilómetro se hizo solo, transcurrió dentro del parque donde se terminaba entre aplausos del público y la megafonía que te anima de manera personalizada, y eso es de agradecer.
En la meta, se hizo más notable el primer fallo y apareció el QUINTO FALLO, que en su consecuencia no era otro que el no tener ropa seca cerca para cambiarte, hay que tener en cuenta que ya había 6º C, estaba deshidratado y con bastante hambre. En parte se hubiera podido suplir con un vaso de caldo caliente, lo habría agradecido  mucho y es algo creo que fácil de improvisar rápidamente por la organización como respuesta a la climatología tan adversa. Sin embargo sí había dos carpas importantes, la de los masajistas y la de comida para los que iban llegando: una serie de empanadas, bollos preñados, ampollas de glucosa (las que faltaron durante la carrera), refrescos gaseosos…, en fin, lo “ideal” para terminar y recuperarse del esfuerzo, comida seca y bebidas gaseosas hiperazucaradas.



Llegué en el puesto 21, fuimos muy pocos participantes, unos 50, de ahí los largos espacios sin corredores. Después de comer todo lo que pude y beber dos kases, (iba tan ciego que ya en casa me di cuenta de que no eran acuarius de naranja), me fui helado al coche, me cambié, mandé a paseo la entrega de premios y marché para casa, a la que llegué sin frío por la ropa seca pero con los labios morados como Leonardo Dicaprio en Titanic, que maquillaje tan real le pusieron y para nada exagerado.
Admito que no hago justicia a la organización porque de verdad sí había vestuarios y donde ducharse, creo que en un colegio que estaba pasando el río, no sé si a derecha o a izquierda porque no estaban señalados. Pero lo peor o mejor según se mire de todo es que el ganador terminó en 2 horas 48 minutos, así que si me es posible, el año siguiente repetiré con la única intención de ganar y preparado a que solo den agua.
Otra cosa, es posible que alguien piense que la falta de fondos obligó a la organización a dar solo agua en el transcurso de la carrera y no fue así. Primero por su importancia, como he dicho antes, la hiponatremia es un riesgo real que te manda a la tumba, aunque pases antes por un hospital, y segundo, la inscripción cuesta 45 €, no es precisamente el maratón más barato de España.

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