Los cinco fallos más graves que debe evitar cualquier organizador de maratones, sin mencionar los premios en metálico.
Muchos me habéis preguntado a qué se deben mis quejas sobre el maratón de Langreo de hace 2 semanas y si mi entrenamiento no era tan efectivo como creía, bueno, respondiendo a lo segundo a parte de estar 3 meses mejorando la velocidad y en concreto las últimas 6 semanas haciendo en torno a 110 kilómetros cada una, entre esos hubo también 2 días semanales de tiradas de 25 a 30 kilómetros, uno a ritmo de competición (4´ 11”- 4´ 15” / km) y el otro un poco más despacio, por eso y dado que sólo estuve cansado 2 días después de la prueba creo que mi preparación era la adecuada, al menos como para haberlo hecho mejor.
La otra cuestión es sobre cómo pudo influir la organización
en el resultado final, y me refiero a esto porque aunque el tiempo fuera malo
no es incapacitante para el ritmo que debía llevar.
Empezaré por comentar desde antes del comienzo de la
carrera.
Si podéis recordar el tiempo atmosférico del día 28 de
abril, os vendrá a la cabeza la vez anterior que nevó esta primavera a
excepción del fin de semana presente. Llegué a las 8 de la mañana a Langreo
cayendo agua nieve a 1º C, me dirigí al centro de recogida de dorsales con la
mochila para cambiarme por allí cerca, donde hubiera taquillas o una carpa bajo
la que dejar mi ropa a resguardo del agua. PRIMER FALLO, no existía tal carpa
ni vestuarios o al menos no estaban ni bien señalizados ni cerca de la
salida-meta.
Comenzó la competición a las 9 en punto para los participantes
en silla de ruedas, valientes con el resultado que sea porque su preparación es
mucho más difícil que para el resto, y 5 minutos más tarde para los que
corríamos.
He de mencionar que no había baños a menos de 500 metros de la salida,
puedo tomarlo como otro fallo pero por desgracia es a menudo habitual en otras
competiciones y una señal de que en estas pruebas la mayoría sigue siendo
masculina.
La competición transcurrió dentro de mis expectativas, un
poco más lenta, a 4´20” / km y con la inestimable compañía de dos atletas que
mantenían igual ritmo al mío, por suerte uno de ellos era del club OCHOBRE,
organizador de la prueba, y pudo avisar a quienes le precedían que un
voluntario indicaba mal un desvío, SEGUNDO FALLO, y que ya habíamos hecho unos 700 metros de más ¡a
escasos 3 km
de empezar!, de todos modos quiero agradecer el trabajo de todos los auxiliares,
la policía local y la guardia civil que se mantuvieron en su puesto a pesar de
la mañana tan mala que teníamos.
Hacia el kilómetro 5-6, no lo recuerdo bien porque no estaba
atento a eso, dieron el primer avituallamiento, un botellín de agua, que no
cogí porque iba muy fresco y no es para
menos con la caladura que tenía encima. Otros tantos kilómetros más adelante
fue el segundo avituallamiento, otro botellín de agua, fría como el demonio o
como la que caía del cielo en ese momento. Sinceramente, pensé que habían
tenido las cajas con los botellines toda la noche a la intemperie.
Fue transcurriendo el maratón rápido, el circuito es
precioso, al lado del río y por la cuenca minera con sus vagonetas, vías,
trenes y demás infraestructura, quedé sorprendido de todo esto ya que no lo
conocía mucho y aconsejo a cualquiera que lo vea porque el recorrido es muy
llano, fresco, variado y muy bonito, sin dudarlo me gustó mucho y es su mayor
punto a favor.
Estaba ya en el kilómetro 22 o 25 y me disponía a coger el
avituallamiento de turno con la idea de comer algún gel de carbohidratos y
sales minerales o fruta cortada, pero mi sorpresa fue mayúscula hasta tornarse
en una seria preocupación por mi salud cuando vi lo único que había en la mesa
y el TERCER FALLO, ¿adivináis?, en
efecto, más botellines de agua. Alguno puede decir que bien podía haber cogido
2 botellines pero es que la falta de sales es un riesgo de muerte real en las
pruebas de maratón, es la conocida hiponatremia y sucede cuando en una carrera
tan larga sólo se bebe agua y entonces no se reponen las sales perdidas con el
sudor, suceden calambres musculares de todo tipo, a nivel esquelético,
estomacal y donde radica el problema de verdad, cardiaco. No quiero ni pensar
que habría ocurrido si la temperatura hubiera sido mayor a 14º C, teniendo en
cuenta que más de la mitad de los participantes hicieron un tiempo superior a
las 4 horas (por algo será).
Incluso pregunté si iban a dar algo más que agua en el
siguiente avituallamiento y me dijeron que no había más. En ese momento ya lo
dí todo por perdido, porque yo sabía que hasta las dos horas de carrera
aguantaba pero después iba a necesitar reponer sales y azúcares y no los tenía.
Llevaba corriendo 2 horas y 25 minutos, iba para terminar en 3 horas 2 minutos…
y sucedió el bajón, en un principio lo achaqué a mi cabeza pero con el tiempo
me di cuenta de que las piernas estaban bloqueadas y aunque podía mantener una
regularidad de zancada, los tiempos por kilómetro estaban ya en torno a los 5 -
6 minutos.
El CUARTO FALLO sucede entre el kilómetro 33 y la meta y
consiste en la ausencia de avituallamientos, solo se me ocurrió pensar que se
les había acabado el agua.
Que decir que me fueron adelantando otros participantes, en
concreto 7, y eso me animó a seguir el ritmo de alguno y llegar un poco mejor
hasta la meta. El último kilómetro se hizo solo, transcurrió dentro del parque
donde se terminaba entre aplausos del público y la megafonía que te anima de
manera personalizada, y eso es de agradecer.
En la meta, se hizo más notable el primer fallo y apareció
el QUINTO FALLO, que en su consecuencia no era otro que el no tener ropa seca
cerca para cambiarte, hay que tener en cuenta que ya había 6º C, estaba
deshidratado y con bastante hambre. En parte se hubiera podido suplir con un
vaso de caldo caliente, lo habría agradecido
mucho y es algo creo que fácil de improvisar rápidamente por la
organización como respuesta a la climatología tan adversa. Sin embargo sí había
dos carpas importantes, la de los masajistas y la de comida para los que iban
llegando: una serie de empanadas, bollos preñados, ampollas de glucosa (las que
faltaron durante la carrera), refrescos gaseosos…, en fin, lo “ideal” para
terminar y recuperarse del esfuerzo, comida seca y bebidas gaseosas hiperazucaradas.
Llegué en el puesto 21, fuimos muy pocos participantes, unos 50, de ahí los largos espacios sin corredores. Después de comer todo lo
que pude y beber dos kases, (iba tan ciego que ya en casa me di cuenta de que no
eran acuarius de naranja), me fui helado al coche, me cambié, mandé a paseo la
entrega de premios y marché para casa, a la que llegué sin frío por la ropa
seca pero con los labios morados como Leonardo Dicaprio en Titanic, que
maquillaje tan real le pusieron y para nada exagerado.
Admito que no hago justicia a la organización porque de
verdad sí había vestuarios y donde ducharse, creo que en un colegio que estaba
pasando el río, no sé si a derecha o a izquierda porque no estaban señalados.
Pero lo peor o mejor según se mire de todo es que el ganador terminó en 2 horas
48 minutos, así que si me es posible, el año siguiente repetiré con la única
intención de ganar y preparado a que solo den agua.
Otra cosa, es posible que alguien piense que la falta de
fondos obligó a la organización a dar solo agua en el transcurso de la carrera
y no fue así. Primero por su importancia, como he dicho antes, la hiponatremia
es un riesgo real que te manda a la tumba, aunque pases antes por un hospital,
y segundo, la inscripción cuesta 45 €, no es precisamente el maratón más barato
de España.
Puedes solicitar los entrenamiento realizados en www.tumister.es
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