El instinto animal los hace
comportarse según un manual de instrucciones interno, basta con saber
interpretar sus señales.
Es una de las preocupaciones que muchos corredores
tenemos, pero como todas las importunidades que pueden aparecer mientras se
trote, hay que saber lidiar con ella, y en lo que respecta al animal es fácil,
el problema está con el dueño, y ahora os explicaré los distintos casos que
podemos encontrarnos, bien sea en parques urbanos o en zonas de campo o
suburbios residenciales.
Lo más común es toparnos con grupos de dueños de perros
paseando, es lo que llamo los “paseadores de perros”, no confundir con quien
pasea mascotas ajenas y todas van atadas para evitar problemas. Este conjunto
de personas salen a los parques y vías verdes al caer el día, coincidiendo en
hora y lugar con muchos de los que entrenamos, caminan despacio, distraídos y
en tropel, ocupando todo el camino con sus animales sueltos dando vueltas en
torno a ellos como las moscas a la sombra en tiempo de verano. Son muy
peligrosos, puedes pasar corriendo a su lado 20 veces a 3´ 30" / km y no
se van a mover, y no se te ocurra decirles nada porque te dirán que el parque
es de todos, pero ellos ocupan todo.
A mi parecer hay otro grupo de paseadores aún más
peligroso, aunque menos abundante, son los paseadores solitarios que llevan a
sus canes atados con correas extensibles, esas que son más delgadas, negras y
de noche no se ven hasta que estás a unos dos metros o la tienes entre las
piernas. En semejanza a los otros no atienden a su alrededor y puede haber más
de tres metros entre mascota y dueño, lo mejor es prevenir y correr a la
defensiva, cuando una persona tiene el brazo a unos 45º del cuerpo hacia abajo
con algo en la mano y un perro a unos metros lo más aconsejable es vadear el
obstáculo por si acaso. Si esto te ocurre de lado a lado de un camino, no está
de más pegarle un grito al dueño para que se entere que comparte el espacio con
más personas.
Hasta aquí son casos en los que el perro está cerca del
dueño, indiferente y no interesado en los corredores, pero sabemos que no
siempre es así, de un momento a otro podemos encontrarnos como nos persigue uno
de ellos, sea grande o pequeño hay que actuar igual. La primera situación es
que ladre pero no se mueva, entonces no hay que hacer caso ni tener miedo, como
si no existiera. La segunda situación es que el animal nos persiga. Muchas
veces esto ocurre por falta de costumbre en ver alguien corriendo, él no está
acostumbrado a ver algo así y simplemente lo persigue o también puede verte
como una amenaza o jugar, pero tú no lo sabes.
Es muy socorrida la
frase “No hace nada” o esta otra ”Solo quiere jugar”, pero el susto no te lo
quita nadie y si te muerde la denuncia se la va llevar el dueño, en algunos
países puede pedirse el sacrificio del animal. Si este es pequeño puede optarse
por darle una patada a modo de coz, si es mayor y está demasiado cerca, lo
mejor es darse la vuelta rápido, agacharse un poco y hacer el gesto de querer
darle un sopapo con el dorso de la mano, esto suele pararlos en seco. Si el
dueño está cerca se acabó el problema, si no está o no hace nada como suele
ocurrir donde vivo, puede que este gesto sea suficiente, si no es así se repite
y se avanza un paso para marcar la defensa del terreno (esto no vale cuando
estás en propiedad ajena), así ya es suficiente.
En países donde es
frecuente que haya perros asilvestrados como donde no hay mucho control
municipal en salud pública, puedes encontrarte con grupos de estos en zonas
rurales, no te preocupes, si no hay dueño, tampoco hay nada que defender pues
son grupos gregarios y se apartarán molestos pero nada más.
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Jajajaja, que divertido, me siento identificada en algunos casos, y eso que tengo perro, pero su comportamiento depende mucho del dueño, que no está a la vista siempre
ResponderEliminarPor donde entreno suele haber sueltos, pero ya me conocen y eso los frena, a los de fuera siempre los persiguen un rato.
ResponderEliminarPara evitar problemas hay un truco muy bueno si se te acerca un perro curioso y ladrando, nada más hay que apuntarlo con el dedo o indicarle tu costado, como diciéndole que se quede ahí o te acompañe, lo normal es que se frene y se mantenga a la distancia marcada porque ya ha recibido una educación.
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